Descripción
Descripción
«—Si no puedo dar un final a la historia —dijo—, al menos puedo darle una moraleja. Cuando estuve ayer en tu casa, encontré a una pequeña y pálida institutriz enseñando a tus hijos, y me pareció (perdóname) que fuiste algo brusco con ella. Era la pequeña modista de nuevo. Ah, señor, ¡a eso me refiero cuando digo que las historias de la vida real no tienen final! La valiente modista sigue en Londres: te la topas en la calle, la encuentras en infinidad de casas. Recuerda ese pedacito de su historia y ayudarás a que su próxima escena sea más brillante.»